Este ensayo parte del análisis de dos obras
teatrales de Hugo Salcedo (Noche
estrellada sobre el campo de pepinos y Nosotras
que los queremos tanto) a partir de las cuales se ‘ensaya’ una hipótesis de
trabajo tendiente a construir un fantasma fundamental de la dramaturgia
mexicana de frontera (norte y sur) a confirmar por futuras investigaciones. Se
postula la declinación de la función paterna en la sociedad post-edípica o
permisiva como axioma del cual se desprenden los trastornos familiares que
–siguiendo el concepto de ominoso tal como Freud lo definió— desembocan en
violencias de todo tipo (incesto, abuso infantil, animalización, abusos
sexuales y extremos siniestros de los mandatos impuestos por las tradiciones
culturales, incluido el patriarcado y la religión). Se trabaja sobre los
contextos del crimen y la posición de las mujeres, su explotación y
sufrimientos, pero también los diversos grados de complicidad con el machismo y
la sociedad heteronormativa. Las obras de Salcedo aquí consideradas, al carecer
de una conclusión y justicia poética declamadas desde la escena, parecen
plantear una recepción tendiente a generar un efecto de indignación que ponga
en debate los principios éticos del público. También se explora hasta qué punto
ya se puede hablar en el teatro latinoamericano de una praxis teatral orientada
a la emancipación de la alienación promovida por el neoliberalismo.
Fotografía gentileza de la fotógrafa Adriana García, con
motivo de la puesta en escena de Nosotras que los queremos tanto,
de Hugo Salcedo, a cargo el grupo “Argonautas Teatro" UAEM, Universidad Autonoma del
Estado de México en la ciudad de Toluca” y publicada en la Revista
Pasadizos el 22 de abril de 2015.